sábado, 2 de marzo de 2013

Porque el amor no conoce fronteras...

...ni pasado, presente o futuro. El amor es inmortal. Toma multitud de formas. Cambia. Llega de repente, tres segundos después, no está. Lo odiamos y ansiamos. O no lo abrazamos.
Todos los días me enamoro de alguien, de algo, de algo de alguien. Y hoy me he enamorado de este poema de Franziska Stoecklin, que en sus 37 años de vida, escribió historias de amor y muerte en líneas cortas y rotundas.

Y muy pronto, me enamoraré de la primavera.

Una de mis fotos favoritas: primera señal de vida tras el duro invierno.

Al amado inmortal

Mares nos separan, y países, y días.

Mas sé yo

que tú me esperarás

por siempre jamás.

Con correcta complicidad.

Mares nos separan, y países, y días.



Añoro tu persona,

tus suaves manos,

tu sencilla belleza,

tu discreta bondad.

Te añoro tanto.



Quiero regalarte todo lo que tengo,

Quiero pensarte todo cuanto piense,

En todas las cosas quiero quererte,

Quiero cantarte mis más bellas palabras,

Quiero llorarte todos mis dolores y pecados.

El sol de mi dicha te brillará.

Quiero entregarte todo cuanto sea.



Mis sueños están llenos de tu cariño.

Dulce canta mi sangre tu infinidad.

Almas blancas

amado inmortal.



Ardes maravillosamente

en el astro de mi amor,

en el escalofrío de mis miedos,

en la risa de mi alegría.



Ardes maravillosamente

en el astro de mi amor.

(Traducción de María González de León) 



An den unsterblich Geliebten


Meere sind zwischen uns und Länder und Tage.
Aber ich weiß,
Du wartest auf mich
Jetzt und immer.
Wissend und gut.
Meere sind zwischen uns und Länder und Tage.

Ich sehne mich nach dir,
Nach deinen sanften Händen,
Nach deiner frommen Schönheit,
Nach deiner klugen Güte.
O ich sehne mich nach dir.

Alles, was ich habe, will ich dir schenken,
Alles was ich denke, will ich dir denken,
Ich will dich lieben in allen Dingen,
Meine schönsten Worte will ich dir singen,
All meine Schmerzen und Sünden will ich dir weinen.
Meiner Seligkeit Sonnen werden dir scheinen.
Was ich bin, will ich dir sein.

Meine Träume sind voll deiner Zärtlichkeit.
Mein Blut singt süß deine Unendlichkeit.
Weiße Seele
Unsterblich Geliebter.

Du blühst sehr wunderbar
Im Gestirn meiner Liebe,
Im Schauer meiner Ängste,
Im Lachen meines Glücks.

Du blühst sehr wunderbar
Im Gestirn meiner Liebe.
  
(Franziska Stoecklin, Basel 1894-1931)

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