domingo, 7 de abril de 2013

El traje hace al hombre, y los zapatos a mí

Kleider machen Leute es el título de un relato de Gottfried Keller, en el que a su protagonista no le ocurre lo que a nuestra mona que se viste de seda. Aquí la historia (que puede celebrar sus más que cumplidos cien años) va de un sastre más bien pobre quien, sin embargo, sabe sentar prioridades, y el gusto por el buen vestir es una de ellas. El cuentecillo sigue como es de esperar: el infeliz llega a una ciudad extraña y, gracias a sus ricos ropajes, todos lo toman por un conde polaco. 
Hasta ahí la historia de un relato cuyo título ha dado lugar una expresión más que asentada en la lengua alemana. Y eso que por estos lares en los que ahora vivo parezca que la gente pase de Gottfried. Y me incluyo a mí misma. Pero es que nosotros también sabemos sentar prioridades y el frío ayuda (¡y mucho!). Así que para contrarrestar esa falta de estilo palpable en un ambiente aún invernal, me compraré unos zapatos con diamantes en la suela. Así quizás me ocurra lo que a Strapinski, y Paul Simon me cante a los cuatro vientos aquellas líneas: es una muchacha rica, no lo intenta ocultar...

No dejan a nadie indiferente