martes, 12 de noviembre de 2013

El muro en los cuentos infantiles

Aprovechando el 24 aniversario de la caída del Muro de Berlín aquel 9 de noviembre de 1989 (una festividad que este año en Berlín ha pasado sin pena ni gloria), me gustaría hablar sobre otro tipo de muros: los muros en los cuentos infantiles.

El muro, aunque no lo parezca, desempeña un importante papel en estas historias para niños. O por lo menos desempeñaba. El muro es, al igual que lo fuera en Alemania y lo es hoy en Oriente Medio, fuente de conflictos y no pocas penas. Echo la vista hacia atrás y todos los cuentos que me leyeron en los que aparece un murito problemático pertenecen al siglo XIX. Hoy quiero tratar los tres cuentos "con muro" que más impresionaron a mi mente infantil.

El primero me lo contó mi abuela materna. Era un cuento de su niñez, una rima-cuento inglesa cuyas ilustraciones estaban algo desteñidas. Se trataba de "Humpty Dumpty", un hombre-huevo que se paseaba alegremente sobre el muro, poniendo en peligro su frágil piel de cáscara. La rima tenía un final triste, pues Humpty Dumpty cayó del muro y nadie pudo recomponerlo. Desde luego, el más terrible final que se le puede desear a un huevo.

El hombre-huevo antes del accidente (Wikipedia)


Se ve que las rimas eran una buena forma de contar historias y, sobre todo, de dar una lección de buenas maneras a los niños de aquella época de entre siglos. Si no, no se explica por qué el archifamoso médico alemán Arthur Hoffmann escribió todos sus cuentos en forma de rima agrupándolos bajo el famoso titulo "Der Struwwelpeter". En todas estas historias "infantiles" brillaba el trágico destino de sus protagonistas. Así, en "Die Geschichte von Hanns Guck-in-die Luft" ("La historia de Hans el que mira a la musarañas"), nuestro pequeño amigo Hans, un tanto embobado, se cae desde el puente (que si se quiere es una especie de muro entre tierra y mar) por no prestar atención.

Hans embobado (Wikipedia)

Finalmente tenemos la historia de los hermanos Grimm "Das Unglück" ("La desgracia"): con ese título poco más hay que añadir. Aquí también el muro es el causante de la pena del protagonista. Os dejo mi traducción y el original.

Y...¡Cuidado con los muros!

La desgracia

Cuando la desgracia nos visita, no importa que nos escondamos de una esquina en otra, o que huyamos por los vastos campos, ella nos encuentra. Érase una vez un hombre que se volvió tan pobre, que no le quedaba ningún leño de madera para mantener el fuego de su cocina. Entonces salió al bosque y quiso talar un árbol, pero todos eran demasiado grandes y fuertes; se adentró cada vez más y por fin encontró uno que podía manejar perfectamente. En el momento en que levantó el hacha, vio salir del matorral a una camada de lobos que, entre aullidos, se abalanzó sobre él. Tiró el hacha, huyó y llegó a un puente. Sin embargo, las aguas profundas habían hecho mella en el puente y, justo cuando quiso pasar por él, este crujió y se derrumbó. ¿Qué podía hacer? Si se quedaba parado y esperaba a los lobos, estos le harían pedazos. Ante la urgencia se atrevió a saltar al agua, pero como no sabía nadar, se hundió. Un par de pescadores que estaban sentados en la orilla de enfrente vieron cómo el hombre caía en el agua, nadaron hacia allí y lo trajeron a la tierra. Lo apoyaron en un muro viejo, para que se secara bajo el sol y pudiera reponer fuerzas. Pero cuando el hombre se despertó de su desmayo y quiso dar las gracias a los pescadores y contarles lo ocurrido, el muro se derrumbó sobre él y le hizo polvo.
 


Das Unglück 


Wen das Unglück aufsucht, der mag sich aus einer Ecke in die andere verkriechen, oder ins weite Feld fliehen, es weiß ihn dennoch zu finden. Es war einmal ein Mann so arm geworden, daß er kein Scheit Holz mehr hatte, um das Feuer auf seinem Herde zu erhalten. Da ging er hinaus in den Wald, und wollte einen Baum fällen, aber sie waren alle zu groß und stark: er ging immer tiefer hinein, endlich fand er einen, den er wohl bezwingen konnte. Als er eben die Axt aufgehoben hatte, sah er aus dem Dickicht eine Schar Wölfe hervorbrechen, und mit Geheul auf ihn eindringen. Er warf die Axt hin, floh und erreichte eine Brücke. Das tiefe Wasser aber hatte die Brücke unterwühlt, und in dem Augenblick, wo er darauf treten wollte, krachte sie, und fiel zusammen. Was sollte er tun? Blieb er stehen, und erwartete die Wölfe, so zerrissen sie ihn. Er wagte in der Not einen Sprung in das Wasser, aber da er nicht schwimmen konnte, sank er hinab. Ein paar Fischer, die an dem jenseitigen Ufer saßen, sahen den Mann ins Wasser stürzen, schwammen herbei, und brachten ihn ans Land. Sie lehnten ihn an eine alte Mauer, damit er sich in der Sonne erwärmen und wieder zu Kräften kommen sollte. Als er aber aus der Ohnmacht erwachte, den Fischern danken und ihnen sein Schicksal erzählen wollte, fiel das Gemäuer über ihn zusammen, und erschlug ihn.