viernes, 19 de diciembre de 2014

No me mires, no me mires, déjalo ya

En esta cuenta atrás para la Navidad, la cabeza o testa, esa parte de nuestro cuerpo que siempre ocupa un lugar privilegiado, cobra si cabe aún más importancia. La "puesta a punto" no solo surge de las ideas que se alimentan bajo el cuero cabelludo, sino que comienza por el mismo. Por esos nos acicalamos y, si hace falta, vamos a la peluquería. En los años ochenta, estos peinados famosos poblaban las calles navideñas de Alemania y, como es natural en la moda, de España:


Por delante, el chico que todas las madres desearían para su hija, por detrás, el rey de la fiesta (dpa)
Al cantante Dieter Bohlen, conocido por ser miembro de la banda Modern Talking, le gustaba enredar al público. Sus fans no sabían si era un hombre con voz de mujer, ni si llevaba el pelo corto o largo. Y es que el "Vokuhila", abreviatura de "vorne kurz, hinten lang" ("corto por delante, largo por detrás"), un estilo copiado hasta la saciedad, pretendía dar una imagen rebelde y cuidada a la vez.
Tras la "pelu" no quedan fuerzas para cantar






 Antes de subirse al escenario para cantar "99 Luftballons" o "Irgendwie, irgendwo, irgendwann", la cantante Nena debía pasar horas enchufada al ruidoso secador con forma de casco hasta conseguir la permanente o "Dauerwelle". En este caso y más que nunca: ¡para presumir hay que sufrir!




 




El fútbol ha sido la cuna de campeones... en peinados estrambóticos. El futbolista alemán Rudi Völler lucía este estilo conocido en Alemania como "Minipli", mimetizado a la perfección con el famoso "Vokuhila" ochentero. Hace décadas que este peinado ha pasado a mejor vida; en España solo ha sido rescatado momentáneamente por el hombre del "11811". Quizá se deba al terrible significado que encierra el origen francés de la palabra: "pequeña arruga".



 
A lo largo de la historia la relación entre el cabello y su dueño no ha sido siempre cordial. Allí están los franceses con sus pelucas, la "mili" y su corte de pelo obligatorio, los años sesenta y sus melenas desafiantes. Y en la literatura alemana destaca el famoso cuento de Struwwelpeter, escrito por Heinrich Hoffmann en 1845: un niño que no se deja peinar ni cortar las uñas.

Struwwelpeter (Wikipedia)
An den Händen beiden 
ließ er sich nicht schneiden 
seine Nägel fast ein Jahr. 
Kämmen ließ er nicht sein Haar.

Las uñas de sus manos
no se dejó cortar
durante al menos un año.
El pelo tampoco se quiso peinar.










Lejos de la moraleja que el cuento pretendía enseñar, Struwwelpeter fue un visionario dispuesto a mimetizar en su cabeza los tres estilos que habrían de reinar en la sociedad muchas décadas más tarde: Vokuhila, Dauerwelle y Minipli.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Mauerspechte o los pájaros carpinteros que sobrevolaron el Muro

Recorriendo el Muro a pie

La población de los pájaros carpinteros del muro se extendió rauda y veloz por Berlín a finales de los años ochenta y comienzos de los noventa. Su época fue corta pero intensa; hoy en día la especie ya se ha extinguido. Como los pájaros carpinteros que cavan agujeros en los árboles con ayuda de sus picos, sus homólogos berlineses hicieron un tanto en el Muro de Berlín.

Así, en alemán, el sustantivo "Mauerspecht" designa a todas aquellas personas que, desde la célebre noche del 9 de noviembre de 1989, trabajaron a destajo para derribar el muro de betón que había separado el Este y el Oeste de Berlín durante más de 28 años. Durante su labor, algunos de estos Mauerspechte se quedaron con trozos del Muro, otros los vendieron. De hecho, todo el que haya visitado Berlín ha podido comprobar que aún hoy en día se siguen vendiendo pequeños trozos del Muro en las tiendas de souvenir de Berlín. Y esta venta le habrá llevado a más de uno a sospechar que el Muro de Berlín era más largo que la Gran Muralla de China.

Las fotografías pertenecen al proyecto de Peter Irmai y Volker Daum, quienes acompañaron a estos Mauerspechte al Oeste durante los primeros días tras la caída del Muro.

(Adaptado de "Der Mauerspecht", Wort der Woche, Deutsche Welle)


Dos formas de unión: con el martillo o viajando del Oeste al Este (Irmau/Daum)

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Sandmännchen, el hombrecillo de arena y la familia Telerín



Sandmännchen de la RDA en 1973
En los años cincuenta, la presentadora de radio y televisión Ilse Obrig presentaba los primeros programas infantiles en la televisión de la RFA. En 1950 dejó la radio de la RDA para trabajar en Berlín Occidental. En 1958 tuvo la idea de crear un programa de televisión con un hombrecillo de arena que les contara una historia de buenas noches a los niños al final de la tarde. Sin embargo, antes de que se emitiera en 1959, la RDA se enteró de los planes y se adelantó a la RFA con su propio hombrecillo de arena. La primera vez que se emitió fue el 22 de noviembre de 1959 en el Deutscher Fernsehfunk. De este modo, hasta la reunificación alemana hubo un hombrecillo de arena alemán oriental y otro alemán occidental. Pese a que tanto las figuras como las emisiones se parecían mucho, el hombrecillo de arena del este gozaba de una mayor popularidad.

Cada episodio se encuadraba con la visita del hombrecillo de arena, que siempre llega con un medio de locomoción diferente: con la bicicleta, el globo, el cohete e incluso con un automóvil lunar.  Al principio se escucha la primera parte de la canción del hombrecillo de arena. A continuación, se cuenta una historia de buenas noches. Al final se vuelve a ver al hombrecillo, que arroja la arena del sueño a los ojos de los niños y hace señas con la mano para despedirse. Entonces suena la segunda parte de la canción.

A veces, el hombrecillo de arena adquiría tintes políticos. Por ejemplo, visitaba el Ejército Popular Nacional o las tropas fronterizas de la RDA. Cuando se dispuso a viajar con un globo de aire caliente, dos familias de Turingia acababan de huir con éxito con la ayuda de un globo similar (el 16 de septiembre de 1979). La censura del socialismo eliminó sin más aquel episodio del hombrecillo de arena.
 

El Sandmännchen al servicio de la RDA (mdr)

 La historia corta era la despedida de buenas noches, en la que aparecían diversas figuras; entre las más queridas se encontraban Pittiplatsch y Schnatterinchen, un duende y un pato. Pero también el señor Fuchs y la señora Elster, Flax y Krümel, Kasperle y Gretel, Annemarie y Brummel, Pünktchen y Felix, Rolf y Reni, Borstel o el duende de agua Plumps alcanzaron un estatus casi de culto. Las figuras aparecían según un plan semanal fijo; por ejemplo Schnatterinchen y Pittiplatsch siempre hacían su aparición los sábados.

Nuestra castiza familia Telerín (Pinterest)
Y mientras todos los niños alemanes se disponían a irse a la cama de la mano del Sandmännchen, en España y desde 1964 la familia Telerín animaba con su famosísima canción a los críos españoles a hacer un tanto de lo mismo. Curiosamente, y como el hombrecillo de arena, el "Vamos a la cama" es una de las canciones más recordadas de la televisión. Sin embargo, mientras Cleo, Teté, Maripí, Pelusín, Coletas y Cuquín hace tiempo que no cantan su canción, el Sandmännchen sigue en antena. ¡Qué formas televisivas más distintas de dar las buenas noches a los niños!

domingo, 19 de octubre de 2014

Hemos visto demasiado

"Legende über Lilja" es un poema de 14 estrofas que pone en relieve la memoria histórica a trompicones. Lilja, una superviviente polaca de los campos de concentración, dificulta a los verdugos la tarea de juzgar. Es una heroína que debe morir en el campo porque no desea delatar a los nazis los destinatarios de sus cartas.
Cual puzzle, el lector ha de completar los vacíos en una lectura difícil que le lleva a sufrir la misma dificultad que tenemos cuando recordamos hechos dolorosos y subraya el carácter incómodo de la confrontación con el pasado. Este texto de Sarah Kirsch (1935-2013) refleja el trato del legado de la Segunda Guerra Mundial en tiempos de quienes nacieron después de esta.


Sarah Kirsch en el año 2006 (Faz.net)

La leyenda de Lilja


1.
Si era bonita no se puede garantizar especialmente
porque los testimonios de los habitantes del campo que sobrevivieron
se contradicen incluso el color de su pelo
se describe de forma diferente en el fichero
no se encontró ninguna fotografía al parecer
la habrían enviado de Polonia
2.
En verano Lilja iba descalza como en invierno y escribió
siete cartas
3.
Seis rollitos finos como alambres recorrieron
las batas de los presos por la plaza del campo de concentración
se pegan en la piel cansada perturban el sueño
que no se conoce (no puede ser
testigo en el proceso)
4.
Uno cambió el séptimo por pan
5.
Lilja en la escribanía Lilja de camino Lilja en el búnker
Golpe con el látigo  su nombre por qué no dice nada quién sabrá
por qué guarda silencio en agosto cuando los pájaros
cantan en el humo
6.
Uno en uniforme calavera en el cuello amante
de obras teatrales antiguas (con perro de nombre clásico) se inventó que
se debería dejar hablar a sus ojos
7.
Entre los hombre presos se hizo una calle
una extraña avenida de árboles saqueados se levantó en aquel lugar
por allí debía marchar ella y delatar a una persona
8.
Ahora usa tus ojos Lilja ordena
a los músculos la sangre despreocupación has pasado por aquí a menudo
conoces cada piedra cada
piedra
9.
Su cara pasó por delante
dijeron los supervivientes ellos habrían tiritado
Como una muerta iba Lilja iba
hasta que el hombre cuyo perro se llamaba Hamlet
ladró orden suficiente
10.
Desde entonces no se la volvió a ver más
11.
Otros testigos dijeron que por el camino ella
sonrió a todos se peinó con los dedos
fue enseguida a parar al gas – pasó hace ya
más de veinte años –.
12.
Todos hablaron de Lilja durante mucho tiempo
13.
En el año 1965 ordenaron los jueces de Fráncfort que se redactara el acta
al parecer
se contaban leyendas este punto
se debía tachar de la acusación
14.
Se dice que en la carta confesaba no
saldremos de aquí hemos visto
demasiado

(Legende über Lilja, 1966. Sarah Kirsch)

El recitador alemán Lutz Görner ha dado voz y ha puesto pausas y comas para que esta "Leyenda" nos sea un poco más cercana.  Aquí os dejo el vídeo junto con el poema original.


miércoles, 15 de octubre de 2014

Cuando nos despachan mal

Pensar en la palabra "despachar" nos lleva a tiempos pasados. Te hace trasladarte a una habitación de muebles pesados de madera, luz tenue y, sentado en un sillón orejero detrás de la mesa, un hombre bigotudo de pelo escaso y traje de chaqueta hecho a medida, que en el mejor de los casos se interesa por tu situación. Pero "despachar" también te lleva a una antigua rebotica, de esas que aún contaban con mancebos, donde las baldas de las estanterías luchaban con el peso de los cientos de tarros con nombres en latín.
Érase una vez un país que de la Europa continental donde el servicio brillaba por su ausencia. Donde la espera era regla general. Donde la palabra "despachar" consistía en esperar años y años para conseguir un coche de cartón, donde las uniones matrimoniales podían acortar ese lento pasar del tiempo hasta contar con tu propia vivienda. En ese paisito situado entre dos mundos vivió, no por mucho tiempo, la estudiante de filosofía Helga Maria Novak. Cuando el partido del paisito se cansó de sus trastadas, la despacharon de la Universidad. Empezaba "la época del despacho": idas y venidas desde Islandia al paisito y del paisito nuevamente despachada, de la República Federal Alemana a Polonia.
Esta muchacha sabía qué era que te despacharan mal. Por eso, al estilo redactor de uno de los ministerios secretos con más solera en el campo de la descortesía, escribió este pequeño retrato de un viaje rutinario en tren en aquel paisito que comenzara a derrumbarse hace ya un cuarto de siglo.



Locomotora a vapor en Klötze, años ochenta (Foto: Lutz Ungerbühler)

Poca obsequiosidad


El tren va despacio. Se balancea. El tren va deprisa. Pasa por unos árboles. Para en un andén vacío. Un altavoz dice, se ruega a los viajeros que no abandonen el tren. Dos hombres en uniforme van por los vagones y dicen: control de pasaporte. Un hombre y una mujer, los dos en uniforme, van por los vagones diciendo: por favor, rellene este impreso. Un hombre en uniforme va por los vagones diciendo: su visado, por favor. Un extranjero dice: no tengo visado. El hombre dice: ¿por qué no tiene usted su visado? El extranjero dice: no sabía que... El hombre dice: acompáñeme por favor.
El hombre en uniforme y el extranjero caminan por el andén y  entran en una oficina. El extranjero rellena un formulario. El hombre arranca un trozo del formulario, se lo da al extranjero y le dice: aquí está su visado. El extranjero camina al lado del tren y regresa a su compartimento. Los viajeros miran por las ventanas de sus compartimentos y ven al extranjero.
Dos hombres, ambos en uniforme y con metralleta, van por los vagones y dicen en voz alta en cada compartimento: salgan de aquí, por favor. Levantan los asientos. Pisan debajo los asientos y levantan las maletas grandes de la malla de las rejillas para el equipaje. Dicen en voz alta, gracias, y abandonan el departamento. Abren de golpe las puertas del baño.
Una mujer en uniforme va por los vagones y recoge los impresos rellenados. Dice: buen viaje.
Un hombre con un uniforme militar sucio se coloca fuera al lado del tren. Lleva en la correa a un pastor alemán de pelo largo. Lo libera. El perro babea. Lleva un bozal. El hombre le quita el bozal. El pastor alemán se agacha. Se desliza por debajo del tren. Va por las vías debajo del tren. Se choca con una vara de hierro debajo del tren. El perro sale de debajo del tren. Se sacude. El hombre dice: venga. El perro vuelve a meterse debajo del tren.
El tren ya está revisado. Un hombre en uniforme grita: ya está. El tren sale.
El tren va muy deprisa.
Se para.
Dos hombres en uniforme van por los vagones y dicen: control de pasaporte. La locomotora a vapor se desengacha. La locomotora a diésel se acopla.
Una chica va por los vagones. Lleva puesta una chaqueta larga y blanca. En la chaqueta pone Misión Protestante. Lleva una tetera. Grita: té, mentapoleo, té. Pregunta: ¿hay algún jubilado aquí? Lleva el pelo liado en un nudo hacia atrás. Un hombre joven grita: sí, aquí. La chica ríe. Derrama té. Dice: no, no, no. El hombre joven dice: tengo sed. La chica dice: sí, hoy hace mucho calor. Sigue andando. Grita: té, mentapoleo, té.
El tren sale. Va deprisa. En los compartimentos la gente charla. Una mujer dice: gemelos, qué monada, y encima dos nenes.


 (Abgefertigt, 1968. Helga M. Novak)